Es este maldito viento y su afán de dibujar despedidas en cada esquina del alma. El olor a un adiós inherente a la piel humana.
Las ganas de dibujar ángulos rectos sin medida, por las calles del tiempo.
Es el otoño y sus fiestas, el aire de misterio con el que se abriga y envuelve. - Me han sorprendido diciendo.
Y supongo que al verte de nuevo, por las rendijas de mi alma se coló tu recuerdo, tu espíritu, tu aliento... y con ese mismo halo de tristezas, me dibujó tu sonrisa amarga y la misma serpiente agónica subiendo en espirales hacia tu rostro. Succionando la hiel amarga que caía en cascada por tus colmillos afilados. Con la misma sed de mentiras que tus ojos contaban sin apenas preguntar.
Me tomé mi tiempo para contemplarte...No obstante, tomé mi jarra de cerveza, pagué antes de irme, despedí a mis acompañantes, tomé su mano y de camino, una viola iluminó la nueva vida.
Una nueva vida sin necesidad de buscarte entre los recovecos del olvido. Donde tus malas impertinencias, tocan a la puerta y se les prohíbe pasar.
Y aún así, sonrío y te grito un: "Gracias".
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