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25 ene 2010

Now I know, I'm in home at last...

Algunas veces se pararon a pensar en cómo sus pasos los habían llevado a ese punto perdido.
No deseaban la vida, pero tampoco la muerte y desde luego no querían seguir. Sus pies cansados, llenos de barro y mojados ansíaban descansar en tierra pacífica.
Soltaron sus escudos y al igual que sus espadas tiempo atrás, ocuparon un lugar en algún páramo oscuro del vacío en el que se encontraban. Ya no les hacía falta luchar.
Anduvieron a tientas por las rocas ásperas del camino, guiados por la única luz de las estrellas, el ímpetu de su corazón y la maldita sensación de nostalgia que les perseguía desde hacía años...
Fue entonces cuando lo vieron.
Con un resplandor dorado, tan dulce como el almíbar de sus sueños, "The Raglan Road" se alzaba ante sus ojos incrédulos, espantando tinieblas; las puñaladas de miedo y dolor desaparecieron justo en el instante en el que cruzaron las puertas de esos viejos caminos.
Nuevos horizontes de esperanza se deslizaron ante su vista, limpiando las heridas de su cuerpo. Respiraron tranquilos, volvían a casa...

Y se dejaron llevar por la bendita melodía de aquel dulce violista que, sentado en la entrada del bosque, les daba la bienvenida de forma inconsciente.
Nada volvería a ser lo mismo.